

Siempre he tenido dos grandes pasiones: el arte y el deseo de contribuir a un mundo más justo. Después de terminar el colegio, tuve la oportunidad de estudiar pintura en la Accademia di Belle Arti di Firenze, en Italia. Allí pude aprender las técnicas clásicas de pintura, historia del arte y restauración. Al regresar a mi país, abrí mi propio estudio, donde empecé a crear obras por encargo y a dar clases a niños, con la idea de compartir con ellos el gusto por el arte que tanto me marcó.
Con el tiempo, también quise entender mejor el mundo y cómo aportar desde otros espacios, así que estudié relaciones internacionales, hice una maestría y trabajé en Naciones Unidas. Más adelante, representé an Ecuador como diplomática en la ONU en Ginebra y Nueva York. En el camino también obtuve una maestría en Bellas Artes y Artes Decorativas en el Sotheby’s Institute of Art en Londres.
Aunque parecen caminos distintos, para mí siempre han estado conectados. El trabajo en diplomacia me dio una perspectiva más amplia como artista, y mi formación artística me ayudó a ver con más empatía y sensibilidad los temas internacionales. A través del arte, sigo explorando ideas sobre la belleza, la identidad y el diálogo entre culturas.